El único grano Colombiano de denominación de origen

El único grano Colombiano de denominación de origen

27 septiembre, 2022 Off By admin

La protección del origen de los productos es
algo que ha inquietado a la humanidad
desde siempre; desde la Biblia se
mencionaban productos con signos
distintivos relacionados con su origen como el
Cedro o el vino del Líbano y los vinos de
En-Gedi. En Grecia y Roma existían productos
diferenciados por su origen como el bronce
de Corinto, los tejidos de Mileto o el mármol
de Carrara.
Históricamente se ha creído que la primera
denominación de origen fue para el
“Champagne” proveniente de la región
homónima en Francia amparada en 1887.
Pero mucho antes, en 1756, los productores
de vino de Porto (Portugal) solicitaron al
Marqués de Pombal (Primer Ministro del
Reino) la protección de origen debido a las
crecientes exportaciones a Inglaterra, y por
ende, su falsificación, ocasionando la caída de
los precios de los vinos de origen
portugueses.

El Marqués realizó varias acciones para
proteger el vino de Porto: primero, agrupó los
productores en “La Compañía de Vinos de
Porto”; segundo, delimitó el área de
producción para garantizar el auténtico
origen de la región de fabricación; tercero,
definió y fijó las características del vino y sus
reglas de producción, y por último, mandó a
registrar legalmente por decreto el nombre
“Porto” para vinos, creando de esta forma la
normatividad y la primera denominación de
origen del mundo

Es así como las denominaciones de origen, -la máxima
distinción entre los productos con indicación geográfica
protegida-, nacieron de la necesidad de los productores de
bautizar y proteger sus productos con el nombre del lugar de
su fabricación, el asentamiento de personas en determinadas
zonas geográficas y el aprovisionamiento de materia prima
en el lugar de fabricación, llevando a cabo la realización de
una marca respaldada por productos de calidad que gozan
de la mejor reputación. Es una respuesta de un territorio a la
globalización, basándose en la fuerza de lo más local posible,
pero con mirada global, mejorando la calidad de vida de los
habitantes, la economía de la zona y despertando un fuerte
sentido de pertenencia e identificación.


Para más de la mitad de la humanidad, el arroz es vida. Es el
grano que ha dado forma a la historia, la cultura, la dieta y la
economía de millones de personas. En España existen tres
denominaciones de origen protegidas: el arroz de Calasparra,
el arroz del Delta del Ebro y el arroz de Valencia. En Italia está
el Riso di Baraggia Biellese e Vercellese, en Macedonia el
arroz de Kocani, en Brasil está protegido con denominación
de origen el cultivo del Litoral Norte Gaúcho y en México el
arroz del Estado de Morelos.
El arroz de la Meseta de Ibagué se suma a la corta lista de
ocho arroces protegidos con Denominación de Origen en
el mundo. El proceso tomó cerca de tres años, y finalmente
bajo la Resolución 76532 de la Superintendencia de Industria
y Comercio de Colombia, es el primero en Colombia y sólo
identifica al arroz Oryza Sativa tipo “índica”, la especie que
comenzó hace cerca de 10.000 años en muchas regiones
húmedas de Asia que alimenta a más de la mitad de la
población mundial.

El Marqués realizó varias acciones para
proteger el vino de Porto: primero, agrupó los
productores en “La Compañía de Vinos de
Porto”; segundo, delimitó el área de
producción para garantizar el auténtico
origen de la región de fabricación; tercero,
definió y fijó las características del vino y sus
reglas de producción, y por último, mandó a
registrar legalmente por decreto el nombre
“Porto” para vinos, creando de esta forma la
normatividad y la primera denominación de
origen del mundo.

Es así como las denominaciones de origen, -la máxima
distinción entre los productos con indicación geográfica
protegida-, nacieron de la necesidad de los productores de
bautizar y proteger sus productos con el nombre del lugar de
su fabricación, el asentamiento de personas en determinadas
zonas geográficas y el aprovisionamiento de materia prima
en el lugar de fabricación, llevando a cabo la realización de
una marca respaldada por productos de calidad que gozan
de la mejor reputación. Es una respuesta de un territorio a la
globalización, basándose en la fuerza de lo más local posible,
pero con mirada global, mejorando la calidad de vida de los
habitantes, la economía de la zona y despertando un fuerte
sentido de pertenencia e identificación.
Para más de la mitad de la humanidad, el arroz es vida. Es el
grano que ha dado forma a la historia, la cultura, la dieta y la
economía de millones de personas. En España existen tres
denominaciones de origen protegidas: el arroz de Calasparra,
el arroz del Delta del Ebro y el arroz de Valencia. En Italia está
el Riso di Baraggia Biellese e Vercellese, en Macedonia el
arroz de Kocani, en Brasil está protegido con denominación
de origen el cultivo del Litoral Norte Gaúcho y en México el
arroz del Estado de Morelos.
El arroz de la Meseta de Ibagué se suma a la corta lista de
ocho arroces protegidos con Denominación de Origen en
el mundo. El proceso tomó cerca de tres años, y finalmente
bajo la Resolución 76532 de la Superintendencia de Industria
y Comercio de Colombia, es el primero en Colombia y sólo
identifica al arroz Oryza Sativa tipo “índica”, la especie que
comenzó hace cerca de 10.000 años en muchas regiones
húmedas de Asia y que alimenta a más de la mitad de la
población mundial.
El único grano de
denominación
de origen
Colombia con
Fray Pedro Simón
Cronista de Indias
Alexander Von Humboldt
Expedicionario Alemán
Gildardo Armel
Fundador de Fedearroz
Marqués de Pombal
Blanco, perlado en el centro, alargado; el arroz de la
meseta cuenta con un largo tres a cuatro veces mayor
que su ancho, y una concentración aproximada del 22%
de amilosa, su color es blanco-perla y al cocinarlo se
obtiene un grano elástico, firme y suelto, sin comparación
culinaria en el resto del país.
Ibagué es un oasis de agradable temperatura en el centro
de las regiones ardientes del Valle del Magdalena, y el
lenguaje ambiental de la meseta, se expresa en la calidad
del grano. Sus condiciones agroclimáticas otorgan unas
características únicas al producto. En la mayor parte de
Colombia, el grano tarda entre 90 y 120 días en estar listo
para la cosecha, pero la generosidad de la naturaleza de
la meseta, hace que en esta tierra el cultivo del arroz
prolongue de manera extraordinaria su período
vegetativo hasta 135 días, obteniendo el grano selecto y
único de la Meseta.
La Denominación de Origen protege las siguientes
variedades de arroz blanco e integral de la especie Oryza
Sativa L., tipo indica: Oryzica 1, Fedearroz 60, coprosem
304, Aceituno San Juan, OR 228, Aceituno Yuma, Acd
2540, Benja 1 y Panorama 20-08.
El arroz de la Meseta ha estado presente en la historia de
la gastronomía colombiana; en los inventarios de víveres y
despensas de la Nueva Granada siempre se mencionan
los abastecimientos de cargas y costales de arroz
provenientes de los Curatos de Ibagué, y cómo los
habitantes de Santafé lo adquirían a través del mercado
colonial de La Mesa. De igual forma en la campaña
libertadora era parte de las provisiones del ejército
patriota como consta en los oficios firmados por Simón
Bolívar. Y en el almuerzo de la Bogotá de la Nueva
Granada los visitantes describían que a la 1 o 2 de la tarde
jamás podía faltar el arroz como hábito gastronómico de
los residentes de la capital. También existen relatos
coloniales que describen la distinción en la alimentación
de pasajeros y bogas en los buques que navegaban por
el Magdalena a mediados del siglo XIX, donde a los
pasajeros les daban arroz y a los bogas plátanos.
Y cómo no mencionar el masato ibaguereño al que incluso
Bernal y Rueda en El Lenguaje Gastrónomico dedicaron un
dulce poema.