Desde 2017 Flor de Jamaica, la banda fundada por Valentina Anzola y Tomás Pinzón, se ha convertido en una cálida fuerza para el pop de autor colombiano. Inspirados en los paisajes musicales de su país, así como los ritmos y acentos del resto del continente, Flor de Jamaica ha logrado desarrollar una identidad propia que busca siempre expandir los límites de su discurso estético, permitiendo que identidades modernas se sumen a su proceso de componer canciones. En mayo de 2017 Flor de Jamaica lanza su EP en vivo
Huesos, grabado en La Casa Del Teatro Nacional y posteriormente, en mayo del 2019, presenta
De lo que nada fue, un larga duración inspirado en la música latinoamericana y los amores y desamores que se manifiestan en forma de canciones íntimas, honestas y de una factura delicada. Con la llegada de Luis Eduardo Palomar a la banda en 2020 Flor de Jamaica inició el proceso de su nuevo álbum de estudio que adelantó en forma de tres EP independientes desde el año pasado.
En 2021 Flor de Jamaica presentó
Ciudad e
Islas, las primeras dos partes de su trilogía sonora que hoy concluye con la de
Desierto. “En estas tres canciones se despierta una sensibilidad hacia el paisaje colombiano. En algunos momentos es una dedicatoria o un homenaje y, en otros, un grito para su cuidado”, explica Valentina Anzola, cantante del trío. En “Corre mariposa” la banda comienza el recorrido con una guitarra delicada y sencilla y la voz de Anzola que se eleva como un susurro, como una nana de cuna que nos acompaña conforme vamos descendiendo por un río y sus detalles. Seguidamente aparece “No te vayas río”, una canción en la que convergen los lenguajes sonoros de los Llanos Orientales colombianos y los sonidos tomados de la tradición de la música del Pacífico y su larga tradición de sincretismo cultural con la cultura africana. Aquí se resalta de nuevo, como había sucedido en el primer EP (
Ciudad), ese diálogo entre la urbe y el paisaje colombiano, haciendo un énfasis en cómo los humanos hemos fracasado en proteger el ecosistema que no rodea. Cerrando el disco aparece “Entre la neblina”, que continua con la narrativa anterior al resaltar la experiencia citadina y su fusión con la experiencia de lo natural y lo puro, combinando los sonidos electrónicos y el R&B para crear un contrapunteo de acentos.